La leyenda de las muñequitas quitapenas

Los muñecos quitapenas quitan las penas que tengo, se las cuento muy bajito y me las curan en silencio. Y debajo de mi almohada duermen siempre mis muñecos y si tengo alguna pena yo sin ella me despierto. Y yo que nunca creí en amuletos ni hechiceros, explícame qué hago yo contando penas a muñecos”.

-Tontxu-

¿Qué son las muñecas quitapenas?

También llamadas quitapesares o chamulas, son un amuleto con forma de muñequitas diminutas que pueden variar desde 1,5 a 10 centímetros de longitud, siempre confeccionadas a mano. Están vestidas con ropa de algodón, lana u otras piezas textiles muy coloridas, como la tela aguayo, muy típica en Guatemala.


Según la tradición de los indios Mayas del altiplano de Guatemala, cuando los niños tienen miedos o pesadillas por la noche, se los cuentan a los muñecos quitapenas o quitapesares antes de irse a dormir. Luego los colocan debajo de la almohada y, al amanecer, las preocupaciones han desaparecido.

Los muñecos quitapenas son maravillosos retazos de una leyenda tradicional originaria de Guatemala. Esta leyenda dice que la princesa maya Ixmukané recibió un regalo especial del dios Sol que le permitía resolver cualquier problema que pudiera preocupar al ser humano. Las muñequitas representan a esta princesa. De acuerdo a esta tradicional costumbre, el muñeco se preocupará por el problema en lugar de la persona, permitiendo a esta dormir tranquilamente.

Así, cuando la persona se despierte, habrá descansado de las preocupaciones que le desvelaban, las cuales se habrán quedado en el muñequito, al que habrá que acariciar para que no le duelan las penas que se lleva.


En el origen de la cultura guatemalteca, estas figuritas estaban destinadas a aliviar las angustias nocturnas de los niños, pero hoy en día son también habituales en la vida de los adultos. Suelen recogerse en cajas o bolsitas de tela en grupos de 6, uno para cada día de la semana, Los domingos no debe colocarse la figurita bajo la almohada, pues también merecen descansar.

Y tu, ¿ya tienes tu muñequita?

por Belén L.

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